Psic Oscar Barragan
Asesoria Psicologica
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ASESORIA PSICOLOGICA Y PSICOTERAPIA ¿Tiene usted algún problema de ésta índole? Cuando nos resfriamos vamos al médico general, cuando sufrimos dolencias estomacales, vamos al gastroenterólogo. Si nos duele o nos molesta una articulación o sufrimos una fractura, sabemos que tenemos que ir a un traumatólogo y dependiendo de la zona de nuestro cuerpo que se vea afectada, buscamos un especialista. Sin embargo, cuando sufrimos una separación, o mantenemos malas relaciones con los compañeros de trabajo, con los hijos, con los padres o con los pololos, o cuando simplemente nos sentimos tristes, buscamos formas para no sentir más esa molestia. Algunas de las recetas caceras para sentirnos mejor son, por ejemplo, comer chocolate, tomar helado, ir a la peluquería, salir de compras, salira divertirnos, a comer fuera de casa, jugar fútbol, y una de las más populares ahogar las penas con uno o varios vasos de alcohol. Muchas veces estas fórmulas mágicamente nos sirven, y cada uno de nosotros nos convertimos en nuestro propio especialista y nos auto diagnosticamos y nos auto recetamos quitapenas. Así como sabemos a qué especialista médico acudir de acuerdo a la dolencia física que suframos, también sabemos que nos hace olvidarlas penas del alma. Pero qué sucede cuando el sufrimiento persiste o no se olvida, y peor aún, la pena, comienza a expresarse somáticamente, es decir, enferma a nuestro cuerpo, provocando cefaleas recurrentes, angustia, dolores estomacales, sudor de manos, ansiedad, llanto sin motivo aparente, exceso o pérdida de apetito, insomnio o ganas de dormir todo el día, a cada momento. Cuando alguno o más de uno de estos síntomas afectan el funcionamiento acostumbrado o normal de una persona, es que se hace necesario acudir a un especialista. Tenemos 3 alternativas y es aquí donde se puede entender mejor, por qué tenemos que ir al psicólogo:
Estas tres alternativas son válidas y son acciones concretas que podemos tomar, de acuerdo al problema que cada persona tenga. Como psicólogos(as), aunque el motivo de consulta, puede ser el síntoma, lo que nos diferencia del médico y/o psiquiatra, es que el objetivo terapéutico, es decir, lo que motiva nuestro trabajo es el “problema” que está generando el síntoma, porque en la medida que este se solucione, habrá un alivio duradero en el tiempo. Muchas veces, los medicamentos o un tratamiento conductual del síntoma, efectivamente puede aliviarlo, sin embargo, el paciente no genera el conocimiento necesario que le permita resolver o enfrentar las situaciones que lo afectan emocionalmente, por lo que si no se trata, o resuelve el problema de fondo, lamentablemente, estos pueden volver y con mayor intensidad. ¡Pastelero a tus pasteles! ¿Cuál es el problema del problema? Desde el paradigma médico, estos problemas son diagnosticados o clasificados como enfermedades mentales, piquiátricas, psicológicas etc., dependiendo del cuadro sintomatológico, es decir, la suma o conjunto de síntomas que la persona presente. Los diagnósticos más conocidos y recurrentes de este tipo de enfermedades, son la depresión y sus variaciones, crisis de pánico, fobias, y diversos trastornos del ánimo. La enfermedad es un concepto que permite clasificar y categorizar los síntomas y su curso de comportamiento. Este ejercicio, permite al especialista rápidamente entregar la solución predeterminada para dichos cuadros, y por lo tanto “saber” qué y cómo se llama lo que le ocurre a la persona (diagnóstico de enfermedad) y qué tratamiento farmacológico es el recomendable. Tratamiento que no ha sido comprobado hasta el día de hoy por ningún estudio como remisor de la “enfermedad” Y es en este punto donde la psicología se diferencia de las ciencias médicas y/o la psiquiatría. La preocupación no está puesta en el síntoma, si no en el problema que generó el síntoma. El psicólogo a través de un trabajo terapéutico, debe tratar de mediar entre la persona: su historia, emociones, sentimientos, experiencias vividas, y el síntoma, la expresión somática y verbal de éste. Como psicólogos(as) y desde la psicología como una ciencia comprensiva de lo humano, trabajar con el problema, es entender la premisa de que, cada persona es única y diferente de los demás, que pueden vivir las mismas experiencias y sin embargo, la evaluación que haga será diferente. Por lo dicho, no debemos suponer o predeterminar el problema, ni mucho menos anticiparnos a la solución, es necesario, conocer a la persona, para poder entender qué le sucede. No importa mucho si una persona es “enferma” o no, ni si es “normal” o “anormal”, desde el punto de vista con que se esté evaluando. Cada persona nace con una cantidad de recursos con los que logra, respirar, vivir desarrollarse, aprender, y seguir viviendo, lo que llamamos narrativa. Sin embargo, existen momentos en que algo no funciona, algo ocurre, y esta narrativa cambia su curso normal, pero sin comprender muy bien el por qué y ya no nos sentimos cómodos, hay algo que no entendemos, que no logramos solucionar, y que en cierta forma, no nos permite seguir avanzando. Cuando esto ocurre, y cuando no lo podemos solucionar con los recursos que tenemos, podemos decir que “hay un problema”, y es en estos casos, en que las personas deben acudir a un especialista, que les pueda ayudar a “mirar” este problema, es decir, acudir a un psicólogo. Nuestra vida en términos narrativos es como una película, tiene un inicio un desarrollo y un final, luego de ver esta película, somos capaces de contar la historia a otra persona que no la vio, ¿pero qué sucedería si diez minutos de la película, no se vieron por un error en la cinta?. Sin duda que la historia cambiará, omitirá algo y ya no habrá coherencia para entender por qué ocurrió el desenlace final. Para que una narrativa tenga continuidad hay que conocer estos diez minutos que faltan. Agregar un comentario |
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Ale
08 Dec 2015 - 04:51 pm
Nadar domiciilo