Psic Oscar Barragan
Asesoria Psicologica

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La adolescencia es una época de muchos cambios físicos y psíquicos. Para la mayoría, es una etapa de la vida bastante tormentosa, pues es cuando se crea el sentido de la identidad propia. Es en esta etapa de la vida cuando los jóvenes se plantean sus valores, empiezan a tomar decisiones con respecto a su futuro laboral y, para muchos, el comienzo de la sexualidad. Cualquiera de estos aspectos puede crear conflictos, máxime cuando el adolescente se enfrenta con presión social, pues es una época de mucha lealtad en las amistades donde se valora mucho la imagen y la aprobación social de los iguales.

 

La adolescencia comienza con la pubertad, es decir, con una serie de cambios fisiológicos que desembocan en plena maduración de los órganos sexuales, y la capacidad para reproducirse y relacionarse sexualmente.

 

El intervalo temporal en que transcurre comienza a los 11-12 años y se extiende hasta los 18-20.  Sin embargo no podemos equiparar a un niño de 13 con uno de 18 años; por ello hablaremos de “adolescencia temprana” entre los 11-14 años (que coincide con la pubertad), y luego de un segundo periodo de “juventud” o “adolescencia tardía” entre los 15-20 años;  su prolongación hasta llegar a la adultez, dependerá de factores sociales, culturales, ambientales, así como de la adaptación personal.( Marquez L., Phillippi A. 1995)

En la adolescencia temprana, el individuo continúa la búsqueda de independencia pero con nuevo vigor y en nuevas áreas. Desea mas privilegios y libertades, como también, menos supervisión adulta. Se preocupa principalmente de su "status" con sus pares inmediatos, quiere parecerse a los otros por la sensación de encontrarse fuera de lugar con respecto a ellos.

Sus diferencias individuales son más marcadas, pero su calidad de individuo único todavía no es completamente entendida ni aceptada.

El adolescente mayor comparte muchas de las preocupaciones del adolescente temprano, pero además tiene el problema de hacerse un lugar en la sociedad adulta, siente la obligación de encontrar una identidad propia. En resumen, se puede afirmar que el joven adolescente se preocupa de quién y qué es, y el adolescente mayor, de qué hacer con eso. (Hamel y Cols. 1985)


En este trabajo hablaremos más profundamente de los problemas de la adolescencia, etapa por la cual todos pasamos, profundizaremos en los problemas por los cuales estos se ven afectados tratando de aclarar las principales dudas. Cuando hablamos de “problemas de adolescentes”, en lo primero que pensamos es en drogas y alcohol, pero no es sólo eso, también existen problemas con los padres, enfermedades como la anorexia y la bulimia, depresión, etc. Todo esto afecta la vida diaria de un adolescente, pero lamentablemente no se tiene mucho conocimiento sobre cada uno de ellos.

Por esto, el objetivo de este trabajo es mostrar como es ser un adolescente.

 

1.- ¿A qué edad comienza la adolescencia?

La adolescencia comprende principalmente desde los 13 años a los 18 años.

2.- Como padre ¿cómo puedes entender mejor a tu hijo adolescente?

Manteniendo conversaciones constantes con él para estar informado de lo que a él le pasa y así poder aconsejarlo o apoyarlo en sus problemas.

3.-Si eres dependiente de la droga o el alcohol ¿a quién debes recurrir?

Primero que nada debes recurrir a tus padres, ellos te ayudarán a buscar algún centro de reabilitación u otro tipo de ayuda.

4.-¿Por qué no es recomendable tener sexo a tan temprana edad?

Porque en la adolescencia no se es suficientemente maduro, como para tomarse la responsabilidad en caso de que la mujer quedase embarazada. Además el sexo debe realizarse con amor y a ésta edad es muy difícil que esto suceda.

 

La primera ilusión amorosa y el primer desengaño, el primer afeitado y el primer cigarrillo, el primer baile y la primera bofetada recibida en casa, o de la chica que besaste. La primera rebelión. El primer combate social. Hay una época en la vida, crucial en el proceso de maduración, que parece caracterizarse por una intensa actividad de iniciación y que determinará toda la vida posterior del individuo: es la adolescencia.

Llamamos adolescencia, desde un punto de vista psicológico, al período comprendido entre la niñez y la edad adulta. El concepto de adolescencia se solapa parcialmente con un término de uso médico -pubertad- y con otro de carácter sociológico -juventud-.

Las transformaciones psicológicas que se producen en este período del desarrollo humano proceden, en primer término, de las transformaciones hormonales previas, que introducen un desequilibrio en el medio interno y en el comportamiento social del adolescente. La vida psicológica debe soportar la aparición de un nuevo factor, la sexualidad, que habrá de integrarse, en sus aspectos físicos, psíquicos y sociales, con el resto de los componentes de la personalidad del adolescente.

Se trata, por tanto, de una época de transformación y crisis profunda, decisiva en la vida humana. En los pueblos primitivos, su relevancia se subrayaba socialmente mediante ritos de iniciación que servían para incorporar al individuo a la edad adulta.

 

En el plano físico, la adolescencia se caracteriza por una serie de fenómenos como la aceleración del crecimiento, el desarrollo de la morfología del cuerpo y los cambios hormonales que dan lugar al surgimiento de los deseos sexuales. Rasgos tales como la dilatación de la pelvis, en la mujer, o el crecimiento del vello piloso y el cambio de voz en el hombre, hacen que el adolescente adquiera un nuevo sentido de su cuerpo.

Los cambios físicos no aparecen siempre a la misma edad. En ello influye de forma determinante el medio geográfico y social. Mientras que en Europa la primera regla de la niña (menarquía) se presenta, por lo general, a los trece años de edad y la primera eyaculación del niño a los catorce, en otras áreas estos fenómenos suelen adelantarse, según los casos, hasta los diez y doce años, respectivamente.

Téngase en cuenta, de cualquier modo, que se registra una notable variabilidad a este respecto.

Debe distinguirse, por lo demás, entre la adolescencia, o la pubertad, y la adquisición de la fecundidad, esto es, de la nubilidad, ya que la primera puede no coincidir con la segunda (reglas sin producción de óvulos, escasa cantidad de espermatozoides, etc.).

 

Las transformaciones físicas ejercen también una influencia en el plano psíquico. La conciencia creciente de la propia masculinidad o femineidad provoca en el adolescente un sentimiento de

autoafirmación, que se traduce en un deseo de independencia respecto al marco familiar, en el que antes se había sentido protegido. No obstante, el nuevo y fuertemente dominante impulso sexual, que

al principio puede provocar angustia, acaba siendo aceptado en el nuevo esquema. Lo que no puede ser integrado se adapta o se transforma bajo la forma de sentimientos o de intereses sociales.

La misma inteligencia, ya formada, se ve afectada. El fracaso escolar, que puede aparecer súbitamente en esta etapa por vez primera, es más el producto de la influencia de las emociones, que impiden un ejercicio intelectual adecuado, que de una pérdida de capacidad intelectual.

Esto tiene su proyección en la vida familiar, dándose frecuentes situaciones de rechazo que pueden llegar a ser muy conflictivas. Gran número de ellas son provocadas, en cualquier caso, por sentimientos de culpa, que tienen su origen, por ejemplo, en las frecuentes masturbaciones de los varones, psicológicamente normales cuando se trata de liberar la tensión producida por el impulso sexual.

El descubrimiento de un objeto amoroso canaliza estas tensiones, aunque también conduce a frustraciones que provocan un estado alternante de euforia y depresión, hasta que por último la situación se asume e integra armónicamente en el nuevo esquema de personalidad. Para llevar a cabo esta integración, el adolescente cuenta con sus nuevos intereses y con sus amigos, que comparten esos intereses y sentimientos, y que pueden llegar a constituir una clara alternativa a un medio familiar en el que el joven ya no se encuentra cómodo.

Esta etapa de apertura se refleja, además, en la forja de grandes cosmovisiones, que intentan explicar el mundo que rodea al joven y que éste utiliza como punto de referencia para sus racionalizaciones. No en vano se ha denominado a la adolescencia la "edad metafísica". Con ello puede aparecer el peligro de un alejamiento de la realidad, que en ocasiones se traduce en la puesta en práctica de grandes proyectos vitales que la mayoría de las veces están abocados al fracaso, con la consiguiente frustración. El paso a la madurez se produce, precisamente, cuando realidad y proyecto se equilibran, al tiempo que las frustraciones se asumen e integran de forma no traumática.

 

La bulimia y la anorexia son trastornos alimenticios complicados que tienen como eje el comer, o no comer. La paciente (más de un 90% de pacientes con trastornos alimentarios son mujeres) se siente gorda, culpable, infeliz y fuera de control.
La bulimia (el síndrome por el cual el paciente come y se deshace de lo que come por medio de laxantes, haciendo gimnasia o

vomitando), la anorexia (el trastorno por el cual el paciente rehusa comer y baja de peso más allá de lo que debería mientras sigue sintiéndose gorda) Y  ahora hablaremos de:



Los diez problemas más graves entre los adolescentes

1. Consumo de alcohol. Lo hace, habitualmente, más del 60% de los jóvenes de 14 a 20 años.

2. Iniciación en las drogas. Según datos del Plan Nacional sobre Drogas, el 31% de los adolescentes ha probado el cannabis.

3. Embarazos no deseados. Cada año se quedan embarazadas más de 18.000 menores de 19 años, según la Sociedad Española de Medicina de Familia.

4. Acoso escolar o 'bullying' por parte de sus compañeros. Ocurre, según diversos estudios promovidos por el Ministerio de Educación, en hasta el 12% de los alumnos no universitarios.

5. Trastornos de la imagen y la alimentación. Anorexia, bulimia nerviosa… Las sufren el 3% de las adolescentes españolas, según el Ministerio de Educación.

6. Malos tratos. Una cuarta parte de las denuncias interpuestas por mujeres que sufren malos tratos son de menores de 20 años.

7. Problemas derivados del mal uso de Internet. La adicción a Internet afecta, sobre todo, a chicos mayores. Según un estudio publicado en "Evidencias de Pediatría", son jóvenes que dedican más de 20 horas semanales a la web y la utilizan para jugar "on line".

8. Sectas y socioadicciones. Según el Instituto de Sociología Aplicada, en España hay 150.000 jóvenes que pertenecen a sectas.

9. Depresión y trastornos emocionales. Responsables del 10,75% de las muertes de adolescentes, según el Instituto de la Juventud (INJUVE.)


Cuando presente en su hijo adolescente alguna situacion como las que se menciona, no dude en buscar a un especialista de inmediato.

En la relación entre padres e hijos, la clave está en el diálogo. Hablar de un problema es tenerlo ya medio solucionado. Pretender educar sin propiciar el diálogo es como intentar construir una casa sin una segura cimentación. Pero, ¡cuánto cuesta hablar con los hijos adolescentes! ¡Cuántas conversaciones acaban en monólogos! ¡Cuántas parecen “diálogos de sordos”! ¡Cuántas finalizan en una nueva pelea! “Mi hijo no me escucha”, “no se puede hablar con ella”, “siempre acabamos a gritos”, “parece que hablemos idiomas diferentes”… suelen ser las quejas justificadas de muchos padres. La verdad es que no resulta fácil hablar con ellos, sin embargo, hay que intentarlo. Quizá se podría empezar teniendo en cuenta que el diálogo con adolescentes tiene unos requisitos propios:

En primer lugar, se trata de crear el ambiente propicio y buscar el momento adecuado: no cuando los padres quieren, sino cuando ellos lo necesitan. No es fácil estipular un momento al día para hablar, porque quizá “tenga que contar algo” en el momento menos oportuno. En ese caso hay que dejarlo todo y atenderle, porque, aunque en ese preciso instante haya cosas muy urgentes, seguro que no hay nada más importante. Si se deja pasar la ocasión, porque “ahora no, que estoy ocupada” o “después me lo cuentas, que tengo trabajo”, habrá desaparecido para siempre. Por eso, es decisivo que sepan que cuentan siempre con sus padres, que estamos ahí, y que lo estemos realmente.

El requisito de toda comunicación es la confianza. Si la primera vez que un hijo nos hace una confidencia “un poco fuerte”, nos echamos las manos a la cabeza, armamos un escándalo o lo castigamos severamente, probablemente sea la última vez que se sincera con nosotros. La confianza es una virtud recíproca, quien la otorga la recibe a su vez. No es una virtud que se adquiere, sino que se da: la condición de todo diálogo. Si no confiamos en nuestros hijos, si no les damos confianza, aunque nos resulte difícil e, incluso, nos parezca arriesgado, nos quedaremos sin saber lo que les pasa.

El tercer requisito para que funcione el diálogo con hijos adolescentes es aceptar sus formas. No podemos esperar que todo funcione como una balsa de aceite. La serenidad la tenemos que poner los adultos; los hijos tendrán probablemente salidas de tono, levantarán la voz o discutirán apasionadamente. Pretender una conversación afable con un hijo o una hija adolescente es no entender su registro.



Si requiere Asesoria y/o Terapia Psicologica, estamos a sus ordenes Previa Cita en Torre Medica Tampico (01833)2192797  y 2126060

Seguimos atendiendo los fines de Semana a quienes nos visitan del Norte de Veracruz,Sur de Tamaulipas y Huasteca Potosina.



Anonymous

Anónimo

04 Aug 2017 - 10:56 pm

Tu madre

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